Nasrudín había salido a pasear cuando una abeja le picó en la nariz. La picadura empezó a hincharse de forma alarmante y se fue corriendo a ver al médico, cuando cruzaba el bazar, un hombre le vio y le dijo riendo:
- ¿Dónde conseguiste esa nariz? ¿De un burro?
- Sí –contestó el mulá-. Cuando Dios dividió al asno, te dio a ti su inteligencia, y a mí, su nariz.
Tomado del libro: “El mundo de nasrudín”.
Idries Shah
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