Inteligencia emocional y habilidades sociales
Toda persona tiene necesidad de ser tocada y reconocida por los demás; son necesidades biológicas y psicológicas a las que Eric Berne, el padre del análisis transaccional llama "hambres". Las hambres de contacto y reconocimiento pueden ser apaciguadas con "caricias", las cuales, según Berne, son "cualquier acto que implique el reconocimiento de la presencia del otro". Las caricias pueden ser dadas en forma de toque físico real o por medio de alguna forma simbólica de reconocimiento, como una mirada, una palabra, un gesto o cualquier acto que signifique "yo sé que estas ahí".
Las caricias dan a las personas suficiente seguridad como para pedir lo que necesitan y suficiente generosidad para dar a otros lo que a su vez necesitan.
Hacen mejores a los niños, más cariñosos y afectivos a los padres y más felices a los esposos.
Facilitan las relaciones humanas al facilitar las comunicaciones entre las personas.
Prestan enorme ayuda a los educadores, ya que hacen más eficiente el proceso enseñanza-aprendizaje.
Permiten una vinculación más estrecha y humana entre padres e hijos, y entre educadores y educandos.
Además del contacto físico, algunas formas de caricias positivas son las siguientes:
El padre que toma en brazos a su hijo y le dice: "te quiero"
!Buenos días!
"Qué suerte que viniste"
"Qué bien bailas"
"Me alegro que seas mi hijo"
"Me alegraste el día"
"Es un placer trabajar contigo"
"Me encanta estar en tu compañía"
"Eres una excelente persona"
"Cocinas muy rico"
"Extraño tu presencia"
"Qué alegría verte"
"Poner una enorme sonrisa cuando se recibe a alguien"
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