Un hijo, enfadado con la vida, va donde su madre y le dice:
- Hoy me siento tan molesto por lo injusto de algunas cosas de la vida que quisiera descargarme con alguien o con algo...
La madre se queda tranquila, lo mira y le dice:
- Muy fácil: ve al mar, grítale todo lo que sientes, dile todo lo feo que desees decir, saca todo eso que tienes en estos momentos y échaselo en cara al mar y sus olas.
El hijo así lo hizo. Fue al mar y le dijo todo lo imaginable; descargó su desprecio, su rabia y su dolor... y regresó donde su madre.
- ¡Ya lo he hecho madre! - le dijo.
- ¿Y cómo te sientes ahora?
- Pues aliviado, me he quitado un gran peso de encima.
- ¡Qué bien!... ahora ve otra vez, párate en el mismo lugar y esta vez dile al mar las cosas más hermosas que tengas en tu corazón....
El hijo se quedó extrañado ante esta segunda sugerencia, pero obedeció. Se dirigió otra vez hacia el mar, aunque esta vez, ya calmado, le dijo las cosas más hermosas que pudieron salir de su corazón...
Y regresó a donde su madre.
- Ya lo he hecho madre...- Cuéntame que te ha dicho el mar cuando le has insultado.
- Nada madre- respondió el hijo.
- ¿Y qué te ha respondido el mar cuando le has dicho cosas hermosas?
- Tampoco me ha respondido nada madre...
- Entonces aprende algo importante hijo mío: pase lo que pase hay que ser ecuánimes en esta vida. No permitas que nada te saque de tus casillas y te haga perder la paz y la serenidad.
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