La inteligencia espiritual es similar a la inteligencia emocional, pero llevada a un plano más profundo.
Debemos ser conscientes de nuestras emociones, así como de nuestro espíritu. Además de saber manejar nuestras emociones, debemos manejar nuestro espíritu en nuestra actividad diaria. Debemos entender y manejar las emociones de terceros, pero entendiendo que todos somos una pequeña parte de un todo. Una esponja húmeda esparce frescura y gotas de agua por doquier. Pero cuando no se recarga con más agua, pierde su flexibilidad, frescura y atractivo. Los seres humanos somos como esponjas. Al nacer estamos cargados de nuestra agua espiritual, pero a medida que crecemos la olvidamos y, como la esponja, nos secamos y perdemos nuestra frescura. Aquellas personas con inteligencia espiritual son conscientes de que son más que cuerpo, mente y emociones. Estas personas permanentemente recargan sus esponjas en el agua del espíritu. Lo hacen orando con devoción, entrando en silencio, practicando Tai-chi, entre otras cosas, o simplemente ayudando al prójimo. Inteligencia espiritual, además, implica traer nuestro espíritu a nuestra actividad en el trabajo. De nada sirve zambullirse en el agua espiritual y llegar al trabajo y ser un energúmeno.
Las personas con inteligencia espiritual incorporan a cada uno de sus actos las cualidades innatas del espíritu: compasión, amor, felicidad y paz. Además, son personas desapegadas, es decir, capaces de vivir en paz al margen de las dificultades. Eso no significa que sean irresponsables; al contrario, al tener mayor tranquilidad toman mejores decisiones.
Finalmente, las personas con inteligencia espiritual entienden y sienten que todos somos parte de un gran todo. Comprenden que hacer daño a otro es también hacerse daño a uno mismo y que ayudar nos da una felicidad profunda. En el plano espiritual todos estamos conectados.Si las personas tuvieran más inteligencia espiritual se acabarían los conflictos laborales, los problemas interpersonales, la competencia interna.
Además, se serviría al cliente no por la función, sino porque le nacería a las personas. En el mundo se acabaría la pobreza extrema, las guerras y reinaría la paz. El camino de buscar la inteligencia espiritual es largo, poco emocionante, y requiere mucha perseverancia. Pero es un camino que, además de hacernos más felices, nos permitirá ayudar a este mundo a mejorar.
David FischmanDebemos ser conscientes de nuestras emociones, así como de nuestro espíritu. Además de saber manejar nuestras emociones, debemos manejar nuestro espíritu en nuestra actividad diaria. Debemos entender y manejar las emociones de terceros, pero entendiendo que todos somos una pequeña parte de un todo. Una esponja húmeda esparce frescura y gotas de agua por doquier. Pero cuando no se recarga con más agua, pierde su flexibilidad, frescura y atractivo. Los seres humanos somos como esponjas. Al nacer estamos cargados de nuestra agua espiritual, pero a medida que crecemos la olvidamos y, como la esponja, nos secamos y perdemos nuestra frescura. Aquellas personas con inteligencia espiritual son conscientes de que son más que cuerpo, mente y emociones. Estas personas permanentemente recargan sus esponjas en el agua del espíritu. Lo hacen orando con devoción, entrando en silencio, practicando Tai-chi, entre otras cosas, o simplemente ayudando al prójimo. Inteligencia espiritual, además, implica traer nuestro espíritu a nuestra actividad en el trabajo. De nada sirve zambullirse en el agua espiritual y llegar al trabajo y ser un energúmeno.
Las personas con inteligencia espiritual incorporan a cada uno de sus actos las cualidades innatas del espíritu: compasión, amor, felicidad y paz. Además, son personas desapegadas, es decir, capaces de vivir en paz al margen de las dificultades. Eso no significa que sean irresponsables; al contrario, al tener mayor tranquilidad toman mejores decisiones.
Finalmente, las personas con inteligencia espiritual entienden y sienten que todos somos parte de un gran todo. Comprenden que hacer daño a otro es también hacerse daño a uno mismo y que ayudar nos da una felicidad profunda. En el plano espiritual todos estamos conectados.Si las personas tuvieran más inteligencia espiritual se acabarían los conflictos laborales, los problemas interpersonales, la competencia interna.
Además, se serviría al cliente no por la función, sino porque le nacería a las personas. En el mundo se acabaría la pobreza extrema, las guerras y reinaría la paz. El camino de buscar la inteligencia espiritual es largo, poco emocionante, y requiere mucha perseverancia. Pero es un camino que, además de hacernos más felices, nos permitirá ayudar a este mundo a mejorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario