Amado Osho,
Pronto estaré pasando unos días con mis dos hijas adolescentes. Ellas quieren una madre con una dedicación plena y están enfadadas porque he elegido estar contigo en lugar de estar con ellas. Yo estoy desgarrada, porque aunque se me ha dicho que mi mayor regalo hacia ellas es ser libre, sólo es una idea. Por otro lado, mi deseo de aprobación por ser una buena madre es muy fuerte y me siento culpable por estar contigo mientras ellas sufren solas.
¿Podrías hablar, por favor, de cómo romper el condicionamiento social respecto a la maternidad?
Todo depende de una comprensión muy simple. La idea de que los niños son una posesión tuya es errónea. Nacen a través de ti pero no te pertenecen. Tú tienes un pasado; ellos sólo tienen futuro. Ellos no van a vivir de acuerdo a ti. Vivir de acuerdo a ti casi equivaldría a no vivir en absoluto. Tienen que vivir de acuerdo a sí mismos: en libertad, en responsabilidad, en el peligro, en el desafío. Así es como uno se hace fuerte.
Los padres, a los largo de los siglos, han tenido la idea de que los niños les pertenecían y de que tenían que ser sus copias de calco. Una copia de calco no es algo hermoso, y la existencia no cree en las copias de calco; la existencia disfruta de la originalidad.
Una vez que te das cuenta de que tus hijos no te pertenecen --pertenecen a la existencia, tú sólo has sido un pasaje-- tienes que agradecer a la existencia que te haya elegido a ti para ser el pasaje para unos cuantos niños preciosos. Pero no tienes que interferir en su crecimiento, en su potencial. No tienes que imponerte sobre ellos. No van a vivir los mismos tiempos, no van a enfrentar los mismos problemas; serán parte de otro mundo. No los prepares para este mundo, esta sociedad, este tiempo, porque entonces les estarás creando problemas. Se sentirán desencajados, sin la formación adecuada.
Tienes que ayudarles a crecer más allá de ti; tienes que ayudarles a que no te imiten. Ése es realmente el deber de los padres: ayudar a que sus hijos no caigan en la imitación...
Te sientes culpable de haber dejado a tus hijas solas; de que quizá eso no esté bien. Según la vieja mentalidad no está bien. De acuerdo a la vieja mentalidad, todo tiene que ser enseñado: no se les debe permitir ser ellas mismas; tienen que ser moldeadas por un ideal. Este mismo proceso de moldearlas va a matarlas...
No tienes por qué sentirte culpable. Los que están destruyendo a sus hijos: ellos son los que deberían sentirse culpables. Dar libertad a los niños... Y de vez en cuando irás a verlas, de vez en cuando estarás con ellas y eso será un puro regalo, estar con ellas de vez en cuando, porque entonces puedes ser amorosa. Has reunido tanto amor, has estado tantos días alejada. Hay tanta añoranza. Les ducharás con tu amor. Ellas sólo verán tu ser amoroso.
Estar con ellas 24 horas al día, cada día, año tras año; no puedes seguir siendo amorosa. Tendrás que enfadarte, que ponerte celosa; tendrás que ser todo lo que no debes ser delante de tus hijas, y ellas aprenderán todo eso de ti.
Mi idea es que los padres deberían encontrarse con sus hijos sólo de vez en cuando, para poder derramar en ellos todo su corazón, y que los niños conozcan a sus padres y a sus madres sólo como puro amor. Ellos no saben que estas dos personas están luchando continuamente, que discuten, que se tiran cosas..."
Osho, Más allá de la psicología
Pronto estaré pasando unos días con mis dos hijas adolescentes. Ellas quieren una madre con una dedicación plena y están enfadadas porque he elegido estar contigo en lugar de estar con ellas. Yo estoy desgarrada, porque aunque se me ha dicho que mi mayor regalo hacia ellas es ser libre, sólo es una idea. Por otro lado, mi deseo de aprobación por ser una buena madre es muy fuerte y me siento culpable por estar contigo mientras ellas sufren solas.
¿Podrías hablar, por favor, de cómo romper el condicionamiento social respecto a la maternidad?
Todo depende de una comprensión muy simple. La idea de que los niños son una posesión tuya es errónea. Nacen a través de ti pero no te pertenecen. Tú tienes un pasado; ellos sólo tienen futuro. Ellos no van a vivir de acuerdo a ti. Vivir de acuerdo a ti casi equivaldría a no vivir en absoluto. Tienen que vivir de acuerdo a sí mismos: en libertad, en responsabilidad, en el peligro, en el desafío. Así es como uno se hace fuerte.
Los padres, a los largo de los siglos, han tenido la idea de que los niños les pertenecían y de que tenían que ser sus copias de calco. Una copia de calco no es algo hermoso, y la existencia no cree en las copias de calco; la existencia disfruta de la originalidad.
Una vez que te das cuenta de que tus hijos no te pertenecen --pertenecen a la existencia, tú sólo has sido un pasaje-- tienes que agradecer a la existencia que te haya elegido a ti para ser el pasaje para unos cuantos niños preciosos. Pero no tienes que interferir en su crecimiento, en su potencial. No tienes que imponerte sobre ellos. No van a vivir los mismos tiempos, no van a enfrentar los mismos problemas; serán parte de otro mundo. No los prepares para este mundo, esta sociedad, este tiempo, porque entonces les estarás creando problemas. Se sentirán desencajados, sin la formación adecuada.
Tienes que ayudarles a crecer más allá de ti; tienes que ayudarles a que no te imiten. Ése es realmente el deber de los padres: ayudar a que sus hijos no caigan en la imitación...
Te sientes culpable de haber dejado a tus hijas solas; de que quizá eso no esté bien. Según la vieja mentalidad no está bien. De acuerdo a la vieja mentalidad, todo tiene que ser enseñado: no se les debe permitir ser ellas mismas; tienen que ser moldeadas por un ideal. Este mismo proceso de moldearlas va a matarlas...
No tienes por qué sentirte culpable. Los que están destruyendo a sus hijos: ellos son los que deberían sentirse culpables. Dar libertad a los niños... Y de vez en cuando irás a verlas, de vez en cuando estarás con ellas y eso será un puro regalo, estar con ellas de vez en cuando, porque entonces puedes ser amorosa. Has reunido tanto amor, has estado tantos días alejada. Hay tanta añoranza. Les ducharás con tu amor. Ellas sólo verán tu ser amoroso.
Estar con ellas 24 horas al día, cada día, año tras año; no puedes seguir siendo amorosa. Tendrás que enfadarte, que ponerte celosa; tendrás que ser todo lo que no debes ser delante de tus hijas, y ellas aprenderán todo eso de ti.
Mi idea es que los padres deberían encontrarse con sus hijos sólo de vez en cuando, para poder derramar en ellos todo su corazón, y que los niños conozcan a sus padres y a sus madres sólo como puro amor. Ellos no saben que estas dos personas están luchando continuamente, que discuten, que se tiran cosas..."
Osho, Más allá de la psicología
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