por Jennifer Hoffman 14 de marzo de 2011
Traducción: Margarita López Edición: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
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Quisiera aprovechar este espacio para escribir sobre el reciente terremoto en Japón porque sé que está en nuestras mentes en este momento mientras vemos las imágenes de total devastación, escuchamos sobre el creciente número de víctimas, consideramos que esto podría pasarle a cualquiera e incluso sentimos una punzada de culpa de que nosotros podamos seguir hoy con nuestras vidas cotidianas de la misma manera que lo hicimos el viernes. Nada ha cambiado para muchos de nosotros, pero todo ha cambiado para ellos. ¿Sólo tenemos suerte o pronto nos va a tocar a nosotros?
Hace unas semanas comenté en el programa de radio que una mañana me desperté con la canción de Johnny Cash, ‘Ring of Fire’ (Anillo de Fuego) en la cabeza. Eso fue justo antes del terremoto de Christchurch. Ahora tenemos éste, hubo otro en Chile este fin de semana y habrá más. ¿Es éste el fin del mundo y se va a desbaratar un pedazo a la vez? La atención ahora se ha volcado del terremoto y tsunami a la amenaza de una fusión de los reactores nucleares en las centrales de Japón. Dado el reciente resurgimiento en el uso de ésta como fuente de energía, se nos pide hacer una pausa y considerar los resultados futuros de estas opciones y hacer elecciones diferentes.
¿Podemos hacer algo para evitar esto y por qué algunas personas se libran de esto, mientras que otros se convierten en víctimas de un desastre? En realidad, nadie se libra, porque ya sea que se trate de nuestras casas que se destruyan o lo estemos viendo en la televisión, todos somos parte de lo que les sucede a los demás. Mi corazón se rompe por las víctimas y sus familias, tanto como si fueran mi propia familia, porque lo son. He llorado y rezado por Japón estos últimos días, al igual que muchos otros. Esto es lo que podemos hacer por ellos y si bien se siente tan poco, en realidad es mucho.
He mencionado muchas veces a los vórtices de compasión y estos son aperturas para que podamos reconectar y recordarnos a nosotros mismos como familia humana, recordarnos que todos somos uno, que provenimos de una sola Fuente y somos parte uno del otro. Cuando este tipo de eventos ocurre, nos recuerdan también amarnos unos a otros, tener compasión, tener en cuenta que la vida es preciosa, nuestro hogar terrenal es un ser sintiente al que debemos amar, honrar y proteger, que somos más poderosos cuando nuestros corazones laten como uno, que lo que jamás podríamos ser cuando usamos nuestra vida compitiendo unos con otros.
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