lunes, 14 de marzo de 2011

DIOS QUIERE QUE CREZCAS...


La meta de nuestro Padre celestial es que maduremos y desarrollemos
las características de Jesucristo. Lamentablemente, millones de
cristianos "envejecen" pero nunca "maduran". Están atascados en una
infancia espiritual perpetua, permanecen en pañales y zapatitos de
lana porque nunca tuvieron la intención de crecer.
El crecimiento espiritual no es automático. Requiere compromiso
intencional. Debes desear crecer, decidir crecer, hacer un esfuerzo
por crecer y persistir en el crecimiento. El discipulado, el
proceso de convertirnos más semejantes a Cristo, siempre empieza con
una decisión. Jesús nos llama, y nosotros respondemos: "Jesús le
djo: -Ven, sé mi discípulo-. Así que Mateo se levantó y lo siguió"
Mateo 9:9.
Cuando los primeros discípulos decidieron seguir a Jesús, no
entendieron todo el alcance de su decisión. Simplemente
respondieron a la invitación del Maestro. Eso es lo único que se
necesita para empezar: decidir convertirse en discípulo. Nada le
da más forma a tu vida que los compromisos que asumas. Ellos pueden
servir para tu desarrollo o destrucción, pero en ambos casos te
definirán. Dime con qué estás comprometido, y te diré lo que serás
en veinte años. Llegamos a ser lo que nos comprometemos ser.
Llegado ese momento de compromiso, la mayoría de las personas
pierden el propósito de Dios para sus vidas. Muchas temen
comprometerse con algo y simplemente vagan sin rumbo por la vida.
Otras, sin mucho entusiasmo, se comprometen con valores
incompatibles y acaban en la frustración y la mediocridad. Otras
asumen un compromiso total con metas mundanas, tales como llegar a
ser ricas o famosas, sólo para terminar defraudadas y amargadas.
Como todo lo que se elige hacer tiene consecuencias eternas, será
mejor que elijas con sabiduría.

REFLEXIONES DIARIAS

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