Dice un cuento que, al final de la Creación del mundo, Dios-Padre estaba profundamente concentrado amasando y dando forma al hombre, a fin de que quedara perfecto, cuando de repente, notó que éste se le escapaba de las manos.
El Espíritu, que andaba por allí, le dijo a Dios-Padre:
-¿Qué es lo que he visto bajar a toda velocidad en dirección a la tierra?
- Ha sido el hombre, que tenía mucha prisa por nacer y se me ha ido a medio hacer- respondió Dios.
- Entonces -dijo el Espíritu- deberá completar él mismo su construcción durante toda su vida. Esa será su tarea.
Así pues, nacemos seres humanos pero no personas. Nacemos a medio hacer, con potencial y poca realidad y será nuestra tarea construirnos con los materiales que nos han sido dados y con todos aquellos recursos que iremos encontrando o adquiriendo en el transcurso de nuestro viaje vital.Tomado del libro: “Juntos, pero no atados: la pareja emocionalmente ecológica”.Jaume Soler, Mercé Conangla
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