Nací y vivo en un país chiquito, donde nació y vive mucha gente con mente chiquita.
Nací negro, oscurito, marroncito, donde nacen cada día muchos iguales a mí. Soy un hombre “de color”, supongo que otros serán trasparentes. Fui el negro Miguel en la escuela, en el liceo, en mi trabajo. Soy un Negro Divino para mi mujer y mis amigos y un Negro de mierda para los que quisieran ser tan feliz como yo.
Soy afrodescendiente seguramente pues, mi bis abuela era negra como chupetín de alquitrán.
Ahora quieren quitarme mi identidad, de la cual me siento muy orgulloso, es más, me hubiera gustado tener la piel mucho más oscura.
Llamarme negro no me discrimina si yo tengo claro que lo soy y no trato de ocultarlo.
Andan por la ciudad los “taxis” hombres y mujeres tan negros como yo teñidos de rubio. Las peluquerías a fuerza de laceados transforman las motas en sedosas cabelleras.
Tendidas al sol de Punta del Este o Cabo Polonio, intentan quedar negras dos albinas.
Hoy trabajé como un negro, ayer también y espero que mañana. Muchos blancos no tienen trabajo… Erradicar del diccionario palabras no cambia nada, porque sería muy fácil erradicar: la violencia, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad. “Todos somos iguales” es una gran mentira, yo no soy igual a nadie, YO SOY YO, con mis virtudes y mis defectos, no me metan en una casilla. Dicen que soy un negro fallado , soy de Nacional , no toco el tambor, tengo una mujer y dos hijos rubios de ojos claros, gritan NEGRO por la calle y me doy vuelta, nunca vote al partido nacional ( para no ser blanco).
Hay cosas mucho más importantes para quemar las pocas neuronas que nos quedan. Al pan , pan. Al vino , vino. Al negro, negro!
Miguel Marquez
VÍA EL TRASTERO DE MI MENTE
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