“La vida de una persona es característica de esa persona”.
Nuestros dilemas, nuestras dificultades y aprietos, junto con nuestro modo
de enfrentarlos y resolverlos, definen quiénes somos,
por qué estamos aquí y qué tratamos de alcanzar
mediante la existencia en el plano terrestre.
Con demasiada frecuencia, la personalidad juzga
el valor individual por la posición social, la seguridad
y las señales exteriores de triunfo material; el alma, en cambio,
brinda pistas al temple del individuo, a través de las tareas
y los desafíos que le asigna.
Creemos erróneamente que la meta está constituida por felicidad,
comodidades, seguridad y posición social, pero el alma tiene planes muy distintos.
A ella no le importa el sufrimiento de la personalidad, pero sí que haya refinación,
fortalecimiento y purificación, para que la personalidad sea digna
de cumplir los propósitos del alma.
Cada vez que nos preguntamos: ¿Por qué me ocurre esto?”,
debemos recordar que la felicidad, las comodidades, la seguridad
y la posición social no purifican, no fortalecen ni refinan
Pero ser templado en el fuego a golpes de martillo, eso sí.
Carl G. Jung.
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