Todos conocemos personas cada día, algunas se nos olvidan en la rapidez del día a día, otras aunque les hayamos visto una sola vez, marcan una diferencia en su forma de comunicarse y nos llegan al corazón, a la mente, visualmente. Ya sea una vendedora de sandías, un mozo, un médico. No tiene q ver con el nivel de educación, ni con su ropa ni con su físico. Esas personas generan una energía tan positiva, porque hacen su trabajo con profundo compromiso y amor.
Muchas veces he escuchado personas alegando por su trabajo, porque el ambiente no es el ideal, por la paga, por el jefe, por el horario, y se enfrascan en un auto-dialogo, enfadados con su labor. Sin mirar verdaderamente a los ojos a quién tienen en frente, haciendo todo de memoria sin “VER”.
Cuando estamos sanando tenemos q tener presente al “otro” en nuestro quehacer diario, permitámosnos conectar por un minuto con esa persona que nos vende un sándwich, con el taxista, con el gerente, con el jefe, expresar una palabra agradable, una sonrisa, mirar a los ojos a quién nos está hablando con verdadero interés y atención, es parte de ser consciente del otro y de su quehacer, y respetarlo. Por algo está en nuestra vida hoy. Sentir que uno vive y que es un aporte para los demás es muy hermoso y sanador, y nos ayuda mucho a estar conscientes y despiertos, aprendiendo y practicando (ensayo –error recuerdan ?).
Todos los trabajos son el reflejo de la persona que los hace, es como un artista, lo que sea que hagas hazlo con excelencia, firma tu obra diaria como si fueras un pintor famoso.
“No hay tareas inferiores. Solamente las personas que las ven como tales se vuelven inferiores al realizarlas.”
Que tengan una hermosa semana y felices vacaciones, yo me voy el 15 de Febrero (por si).
Gracias a todos, los amo.
Verónica Aros
No hay comentarios:
Publicar un comentario