Una vez, un prominente alcalde le acreditó al Rav Brandwein (el maestro de mi padre) el haberlo inspirado para que dejara de fumar. Lo más interesante es que el Rav Brandwein nunca mencionó los peligros de fumar; nunca juzgó al alcalde, ni siquiera le dijo que dejara de hacerlo. Simplemente el alcalde sintió tal preocupación y cuidado del Rav Brandwein que fue suficiente para hacer que dejara de fumar en el acto.
El verdadero cuidado no siempre se trata sobre dar charlas o consejos. El verdadero cuidado es dar a las personas el espacio para que atraviesen sus propios procesos y reconozcan cuándo es el momento para cambiar.
Yehudá Berg
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