Una persona puso el siguiente anuncio en el mencionado periódico: “Vendo Mercedes Benz, poquísimo uso, negro, turbo. Precio $85. Tratar con Carolinne...”.
Quienes leyeron el anuncio pensaron que, por un error gráfico, en lugar de $ 85.000 habían imprimido apenas $ 85. Otros pensaron que sería algún tipo de broma, y acabaron no llamando.
Hasta que Joseph Smith, en su ingenuidad, decidió llamar a Carolinne y esta le confirmó el precio. Quiso saber si era algún accesorio, o una miniatura, y la mujer le dijo que no, que se trataba del propio automóvil.
A toda velocidad Joseph corrió a la casa de Carolinne con los $ 85 y —para su espanto— allí estaba el Mercedes, lindo y reluciente en el garaje. Después de haber pagado, y ya con el recibo en las manos, preguntó: —Señora, hemos cerrado el negocio y el coche es ahora mío, pero, ¿por qué lo ha vendido tan barato?
—”Bien, ocurre que mi marido falleció recientemente. En su testamento pidió que el coche fuese vendido, y que el valor obtenido fuese destinado a Anny, su secretaria. Como siempre sospeché que era su amante, yo, como su albacea, estoy cumpliendo su última voluntad, pero a mi manera”.
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