El gran escritor griego Nikos Kazantzakis (Zorba el griego) cuenta que, siendo niño, se fijó en un capullo sujeto a un árbol en el que una mariposa se preparaba para salir. Esperó algún tiempo, pero, como tardaba mucho, decidió acelerar el proceso. Se puso a calentar el capullo con su aliento; la mariposa terminó saliendo, pero sus alas aún estaban presas, de manera que acabó muriendo poco después.
“Hacía falta una paciente maduración realizada por el sol, y yo no supe esperar”, dice Kazantzakis. “Aquel pequeño cadáver es, hasta hoy, uno de los mayores pesos que llevo en la conciencia. Pero fue él quien me hizo entender lo que es un verdadero pecado mortal: forzar las grandes leyes del universo. Hace falta paciencia, esperar el momento adecuado, y seguir con confianza el ritmo que Dios eligió para nuestra vida”.
PAULO COELHO
VÍA LA REVISTA
No hay comentarios:
Publicar un comentario