En la vida diaria nos encontramos con muchas personas ansiosas, tensas, inquietas, atormentadas, sin paz. Por el contrario, no son muchas las que trasparentan, traslucen e inspiran paz en sus rostros y su vida. Algunas tienen una cierta serenidad exterior, tranquilidad aparente.
Pero mi voz me dice:
La paz solamente la pueden traslucir exteriormente los que la poseen interiormente. Y sólo la viven en su interior quienes están en armonía consigo mismo. Y tienen armonía interior quienes en la vida práctica y concreta de cada momento son conscientes de su ser interno, de su naturaleza esencial. Entonces y sólo entonces desaparecen los deseos ansiosos y ambiciones envidiosas de posesión porque saben y se sienten poseedores de todo cuanto de bueno pueden desear.
Pero mi voz me dice:
La paz solamente la pueden traslucir exteriormente los que la poseen interiormente. Y sólo la viven en su interior quienes están en armonía consigo mismo. Y tienen armonía interior quienes en la vida práctica y concreta de cada momento son conscientes de su ser interno, de su naturaleza esencial. Entonces y sólo entonces desaparecen los deseos ansiosos y ambiciones envidiosas de posesión porque saben y se sienten poseedores de todo cuanto de bueno pueden desear.
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