Aunque no todos, y no siempre, seamos conscientes de ello, en la naturaleza del ser humano está la voluntad de evolucionar.Esta evolución puede tomar varios caminos: desde el que sólo está interesado en los aspectos económicos o sociales, hasta el que tiene su Crecimiento Personal o a Dios como objetivo.He tenido ocasión de conocer a todo tipo de personas. Los que sólo están interesados en lo material, en los placeres, en lo tangible, en aparentar, en presumir, están convencidos de que es lo correcto: la vida se va a acabar en cualquier momento y hay que disfrutarla. Nadie sabe si hay algo después. Y es cierto que la vida es un festín de delicias para disfrutar.En otro caso opuesto, hay personas que renuncian a los placeres de la vida, porque los ven como tentaciones del demonio; tienen el concepto de que a esta vida se viene a padecer, o se engañan pensando que no importa sufrir en esta vida porque después vendrá otra mejor, que es la eterna, y que las maravillas de la otra están negadas a quienes no vivan una vida de ascetismo y renuncia.Entre estos extremos, existen todas las opciones posibles.Cada uno se marca un modo de ver la vida, de acuerdo a unas creencias que, en la mayoría de las ocasiones, no son propias; otras veces ni siquiera es uno quien decide qué quiere hacer, sino que va haciendo sin proponerse nada: vive al día, enfrenta las cosas que vienen cuando ya son inevitables, se considera víctima del destino o de un mal karma, y no se defiende de las “inclemencias” de la vida.En otras ocasiones, uno intuye algo distinto, o escucha la voz inaudible dentro de su corazón, a la que llama conciencia o sabiduría interior, y sigue sus dictados.
Se da cuenta de que es una persona, y lo que eso significa e implica: sabe que es una mezcla equilibrada de humanidad y divinidad, y que ha de atender a ambas. Se siente responsable de ser cada día mejor persona, de fomentar todas sus inquietudes en vez de negarlas, de ver con los ojos gozosos, de llevar alegría y esperanza a quienes encuentre en su camino, y de ser, por lo menos, moderadamente feliz.Hay quienes reniegan de la parte física y se empeñan en potenciar la espiritualidad viendo el cuerpo simplemente como una necesidad para estar en el mundo pero, al mismo tiempo, como un obstáculo para la evolución
Te propongo parar. Dedicarle todo el tiempo que sea necesario a tomar conciencia exacta de esto que es vivir. Tiempo y silencio, para que puedas hacerte preguntas. Para que hagas propósitos y los cumplas. Decidir si quieres darle más intensidad y sentido a tu vida, y hacerlo. Es mejor “perder” un poco de tiempo en hacer esto que te sugiero, que malgastar el resto de tu vida, perdiéndote la única ocasión que vas a tener de vivirla.
Francisco de Sales, es el creador de la web www.buscandome.es, dedicada al Crecimiento Personal a través de la Psicología y la Espiritualidad.
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