Había una vez una hormiga que cargaba un trozo de paja. Cuando ella llegó a una grieta en la tierra, corrió por su borde, buscando un lugar donde cruzar. Sin embargo, la grieta en la tierra era más larga de lo que la hormiga deseaba caminar. De pronto, ella tomó la paja que cargaba, la puso a través de la grieta y caminó al otro lado. Luego recogió su carga y siguió su camino. La carga de la hormiga se había transformado en un puente.
Toda carga que llevamos puede ser un puente a un bien mayor. En realidad, la primera transformación es la nuestra. La carga nos hace pensar de un modo nuevo, descubrir recursos internos que anteriormente estaban ocultos y llegar a ser una persona nueva. Este "recién nacido" actuará diferente y verá los problemas de manera distinta. Además, las soluciones vendrán y trascenderán todo lo que el "viejo ser" podría imaginar.
Si un reto viene a la mente hoy, recuerda: Una carga puede llegar a ser un puente, no solamente para una vida nueva, sino para un nuevo ser.
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