«¿Qué puede fascinar más que verse uno mismo por primera vez? ¿Saberse? Yarince se enfurecía cuando me sorprendía mirándome en el espejito. Pero hasta entonces, yo no sabía que era hermosa.Y me gustaba contemplarme».
Estas palabras de la primera novela de Gioconda Belli, La mujer habitada, publicada en Nicaragua en 1988, pertenecen a una mujer guerrera Náhuatl que murió luchando al lado de su amante Yarince contra los conquistadores españoles. Irónicamente, es la crisis de su mundo y el espejo traído por los invasores lo que le permite contemplarse y reconocerse como mujer, a pesar de la displicencia de su compañero. El tiempo verbal indica que la guerrillera no se satisfizo con verse y reconocerse una vez sino que siguió repitiendo el acto porque le gustaba contemplarse. Insisto en este detalle, porque el espejo representa aquí metafóricamente una etapa decisiva en la vida de la mujer: es la toma de conciencia de su cuerpo y de su identidad, un despertar a la ruptura entre ella como un ser autónomo y la cultura que le impone restricciones y modelos de conducta.
Maria Nowakowska Stycos
El Espejo en La Mujer Habitada de Gioconda Belli
VÍA EL TALLER DE LA HECHICERA
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