El guerrero de la luz no tiene miedo a parecer loco. Habla en voz alta consigo mismo cuando está solo. Alguien le enseñó que esta es la mejor manera de comunicarse con los ángeles, y él se arriesga al contacto.
Al comienzo le parece difícil; piensa que no tiene nada que decir, que estará repitiendo tonterías sin sentido.
Pero aun así, el guerrero insiste. Todos los días habla con su corazón: dice cosas con las que no está de acuerdo, divaga.
Un día percibe el cambio en su voz y entiende que está canalizando una sabiduría mayor.
El guerrero parece loco, pero esto es apenas un disfraz: se atrevió a buscar en su ángel las informaciones que necesitaba y consiguió recibirlas.
PAULO COELHO
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