¿Te has preguntado alguna vez por qué en todo el mundo, en cada cultura y en cada sociedad, hay unos pocos días al año destinados a la celebración? Esos días de celebración son tan sólo una compensación, pues dichas sociedades han eliminado toda celebración de tu vida; pero si no te ofrecen nada en compensación, tu vida puede convertirse en un peligro para la cultura.
Toda cultura tiene que darte alguna compensación para que no te sientas abocado al sufrimiento y la tristeza; pero tales compensaciones son falsas. Los petardos y las luces no consiguen hacer que disfrutes. Sólo son para los niños; para ti son nada más que una molestia, mientras que en tu mundo interior puede haber un festival ininterrumpido de luces, canciones y placeres. No olvides nunca que la sociedad te compensa cuando le parece que lo reprimido puede estallar en una situación peligrosa si no es compensado. La sociedad encuentra un modo u otro de permitirte que dejes salir lo reprimido, pero eso no es verdadera celebración, por lo que no puede ser auténtica.
La verdadera celebración emana de tu vida, está en tu vida y no puede ajustarse a ningún calendario; como que tengas que celebrar el primero de noviembre. o el 24. 25 o el 31 de Diciembre...Es curioso: eres desdichado todo el año y, de pronto, dejas de sufrir y te pones a bailar. O el sufrimiento era falso o lo es el feriado; ambos no pueden ser auténticos. Y una vez que ha pasado el feriado, vuelves a tu agujero negro: cada cual con su sufrimiento; cada cual con su ansiedad.
La vida ha de ser una celebración continua; un festival de luces durante todo el año. Y si has practicado bien hoy, seguramente te saldrá mejor mañana y siempre.
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