Un emperador dijo al rabino Yeoschoua ben Hanania:
—Me gustaría mucho ver a vuestro Dios.
—Es imposible –respondió el rabino.
—¿Imposible? Entonces, ¿cómo puedo confiar mi vida a alguien a quien no puedo ver?
—Muéstreme el bolsillo donde tiene guardado el amor por su mujer. Y déjeme pesarlo, para ver si es grande.
—No sea tonto: nadie puede guardar el amor en un bolsillo.
—El sol es apenas una de las obras que el Señor colocó en el universo y, sin embargo, usted no puede verlo directamente.
Tampoco puede ver el amor, pero sabe que es capaz de enamorarse de una mujer y confiarle su vida.
¿No le parece evidente que existen ciertas cosas en las que confiamos sin ver?
PAULO COELHO
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