Únicamente se puede amar lo imperfecto.
Las madres perfectas no existen y eso asegura la salud de los hijos, que muchas veces avanzan, crecen y aprenden justamente por las “grietas” de la madre.
Lo mismo ocurre con la pareja, sólo podemos amar a una pareja imperfecta, humana, porque la pareja ideal nos haría sentir absolutamente pequeños y sin espacio para aportar nada de lo nuestro, ni crear.
En la imperfección del otro hay un espacio de acción, de aceptación y de comunión desde lo humano.
VÍA MUJER ÁRBOL
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