Un discípulo se quejaba de la costumbre que tenía el Maestro de echarle abajo sus preciadas creencias.
Y le dijo el Maestro:
“Lo que hago es prenderle fuego al templo de tus creencias para que, cuando haya quedado destruido, tengas una perfecta visión del cielo inmenso y sin límites”.
Anthony de Mello.
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