miércoles, 4 de mayo de 2011

FÓRMULA METAFÍSICA PARA OBTENER CUALQUIER COSA QUE UNO DESEE...


Déjame darte la fórmula metafísica para ob­tener cualquier cosa que uno desee. Es una fórmula. Hay que emplearla para todo. Com-pruébala por ti mismo. No me lo creas ciega-mente.
"Yo deseo tal cosa. En armonía para todo el mundo y de acuerdo con la voluntad divina. Bajo la Gracia y de manera perfecta. Gracias Padre que ya me oíste".
Ahora no dudes por un solo instante. Has empleado la fórmula mágica. Has cumplido con toda la ley y no tardarás en ver tu deseo manifes­tado. Ten paciencia. Mientras más tranquilo esperes, más pronto verás el resultado. La impa­ciencia, la tensión y el ponerse a empujar mental­mente destruyen el tratamiento (La fórmula es lo que en metafísica se llama "un tratamiento").
Para que conozcas lo que has hecho al re­petir la fórmula, te voy a explicar el proceso detalladamente. Al tú decir "en armonía para todo el mundo" has eliminado todo peligro de que tu conveniencia perjudique a otros, como tampoco se te hace posible desear un mal para otro. Al decir "de acuerdo con la voluntad divi­na"; si lo que tú deseas es menos que perfecto para ti, verás suceder algo mucho mejor de lo que tus esperabas. En este caso significa que lo que estabas deseando no lo ibas a encontrar suficiente, o no te iba a resultar tan bueno como tu pensabas. La voluntad de Dios es perfecta.
Al tú decir "bajo la Gracia y de manera perfecta", encierra un secreto maravilloso. Pero déjame darte un ejemplo de lo que ocurre cuan­do no se sabe pedir bajo la Gracia y perfección. Una señora necesitaba urgentemente una suma de dinero, y la pidió, asimismo, para el día 15 del mes. Tenía absoluta fe de que la recibiría, pero su egoísmo e indiferencia no le inspiró pedirla con alguna consideración para nadie más. Al día siguiente un automóvil estropeó a su hija, y el día 15 del mes recibió la suma exacta que ella había pedido. Se la pagó la Compañía de Seguros por el accidente de su hija. Ella trabajó la Ley con­tra ella misma.
Pedir "bajo la Gracia y de manera perfecta" es trabajar con la ley espiritual. La Ley de Dios que se manifiesta siempre en el plano espiritual. Allí (en el plano espiritual) todo es perfecto, sin obstáculos, sin inconvenientes, sin tropiezos ni daños para alguno, sin luchas ni esfuerzos, "suavecito, suavecito", todo con gran amor, y esa es nuestra Verdad. Esa es la Verdad que al ser conocida nos hace libres.
"Gracias Padre que ya me oíste" es la expre-sión más alta de fe que podamos abrigar. Jesús la enseñó y la aplicaba en todo, desde antes de partir el pan con que alimentó a cinco mil, hasta para decir cómo transformar el vino en su san­gre. Dando gracias al Padre antes de ver la manifestación.
Como irás viendo, todo lo que enseñó Jesús fue metafísico.
Todo lo que tú desees, todo lo que vayas ne­cesitando lo puedes manifestar. El Padre todo lo ha previsto ya, todo lo ha dado ya, pero hay que irlo pidiendo a medida que se sienta la necesidad. Sólo tienes que recordar que no pue­des pedir mal para otro porque se te devuelve a ti, y todo lo que pidas para tí debes pedirlo también para toda la humanidad porque todos somos hijos del mismo Padre.
Por ejemplo, pide grande. El Padre es muy rico y no le gusta la mezquindad. No digas "Ay, Papá Dios dame una casita. Sólo le pido una casita, aunque no sea sino chiquitica", cuando la realidad es que tú necesitas una casa muy grande porque tu familia es numerosa. No reci­birás sino lo que pides. Pide así: "Padre, dame a mí y a toda la humanidad, todas las maravillas de tu Reino" y ahora haz tu lista.
Para irte fortificando la fe, haz una lista de cosas que deseas o que necesitas. Enumera los objetos o las cosas. Al lado de esta lista haz otra enumerando cosas que deseas ver desapare­cer, o bien en ti mismo o en lo exterior. En el mismo papel escribe la fórmula que ya te di más arriba. Ahora, lee tu papel todas las noches. No te dejes sentir la menor duda. Da las gracias de nuevo cuantas veces pienses en lo que has escrito. A medida que veas que se te van reali­zando las cosas enumeradas, ve tachándolas. Y al final, cuando las veas realizadas todas, no vayas a ser tan mal agradecido de pensar: "Tal vez se me iban a dar de todas maneras", porque es mentira.
  Se te dieron porque las pediste co­rrectamente. Lo exterior se acomodó para dejár­telas pasar.
Como ya estás muy habituado a sentir temor por una variedad de razones, cada vez que te encuentres atacado por un temor repite la fórmula siguiente, que te irá borrando el reflejo que tienes grabado en el subconsciente: "Yo no tengo miedo. No quiero el temor. Dios es amor y en toda la Creación no hay nada a qué temer; Yo tengo fe. Quiero sentir fe".
CONNY MÉNDEZ

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