Es obvio que el ser humano recorre un camino evolutivo y ello supone una adquisición de conocimientos a través de las múltiples experiencias, pero en el sentido más espiritual de la vida no necesitamos aprender nada, porque el aprendizaje significa que tomamos algo externamente, cuando en nuestro interior ya reside toda la sabiduría.
No necesitamos aprender, sólo necesitamos recordar. Recordar quienes somos.
Las personas se asemejan a aquella luz potentísima y pura que un día lejano se dejó cubrir por una tela, esa tela apenas podía menguar la luz emitida, pero otro día se dejo cubrir por una segunda tela y por una tercera y otras que siguieron. De esta forma al añadirse telas y telas encima de la luz, poco a poco fueron menguando su luminosidad exterior. Un simple observador diría que en el interior nada se esconde, cuando por el contrario la lámpara sigue siendo la misma, sigue emitiendo la misma luz y para poder beneficiarnos de ella, sólo hemos de ir sacando las telas con las que antes hemos ido cubriéndola. Una vez la lámpara esté libre de sus telas la luz volverá a brillar con todo su esplendor.
El miedo, el rencor, la envidia, las preocupaciones y otras emociones negativas que mantenemos en nuestra conciencia son las telas que debemos ir eliminando, cuando ese trabajo esté hecho recordarás quien eres y brillará tu luz.
Fuente: http://www.alexarroyo.net
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