Nací para triunfar, no para inclinar mi cabeza en señal de derrota.
Nací para saborear las victorias y brindar por ellas, no para gemir y lamentarme.
¿Qué es lo que me ha sucedido? ¿En qué momento todos mis sueños se desvanecieron en una grisácea mediocridad, en la cual las personas promedio se aplauden unas a otras como si fuesen seres sobresalientes?
Ninguna persona ha sido jamás tan engañada por otra, como por sí misma. El
cobarde está convencido de que solo está actuando con cautela, y el avaro
piensa que esta practicando la frugalidad. No hay nada que resulte tan
sencillo como engañarse uno mismo. puesto que siempre es fácil creer lo que
queremos. Nadie, en toda mi vida, me ha engañado tanto como yo me he
engañado a mi mismo.
¿Por qué siempre trato de ocultar mis pequeños logros bajo un manto de
palabras que toman a la ligera mi trabajo, o que ofrecen disculpas por mi
falta de capacidad? Y lo peor de todos es que he llegado a creer en mis
propias excusas, a tal grado que gustosamente estoy dispuesto a vender mis
días a cambio de unos centavos, mientras me consuelo pensando que las cosas
podrían ser peores.
¡Pero ya no lo haré más!
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