La prisión de creer que este cuerpo es real, único, y comprobar como lo estamos perdiendo hasta con un suspiro.
La mente que cree que lo que hay afuera esta separado de ella y genera conflicto, tensión y dualidad, fabricando fantasías de apego, duda y temor.
No será el infierno, el sufrimiento y el cielo el estado de dicha?
El cielo y el infierno son el estado mental en el que estamos vibrando.
Tantas veces por día pasamos del cielo al infierno, con paradas cortísimas , en paraísos y purgatorios.
¿No es hora de vivir un estado de gracia continua que no dependa de la batalla que libran en nuestra mente dioses y demonios?
¿Podemos quitarnos ya mismo el diablito interno, hacerle un guiño compasivo, y sacarlo de nuestra experiencia?
¿Podemos agradecerle al Dios externo su compañía en las turbulencias, y decidirnos a asumir el Dios que siempre fuimos y no nos atrevimos a reconocer?
¿Podemos dejar el cielo y el infierno, para las telenovelas de aquellos que siguen prisioneros de los personajes que interpretan, y no quieren reconocer que el autor divino de todas esas historias esta en nosotros?
Somos dioses.
Sepámoslo.
Vivamos como tales
(autor desconocido)
(autor desconocido)
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