Érase una vez un rabino que era un verdadero santo. Este rabino tenía un ayudante. Cierto día, una mujer vino a verle y le dijo:
-Mi marido me ha abandonado. ¿Volverá?
Manteniendo los ojos cerrados, el santo varón respondió:
-Regresa a tu casa, tu marido va a volver.
El ayudante, que acompañó a la mujer hasta la puerta, le susurró:
-Tu marido no volverá.
-¿Por qué me dices una cosa semejante cuando el rabino me ha dicho todo lo contrario?
-Durante vuestra entrevista, el maestro tenía los ojos vueltos hacia el interior. No te ha visto. ¡Pero yo sí!
Alejandro Jodorowsky: He aquí un chiste «inspirado» pero malvado.
Sin embargo, visto desde otro ángulo, el que se equivoca no es el rabino sino el ayudante, que no ve a los seres más que de forma superficial. El verdadero santo, por su parte los percibe en su corazón. Ve la perla y los valores ocultos en el interior de esa mujer. Por eso es por lo que le dice: «Tu marido volverá».
Alejandro Jodorowsky, “La sabiduría de los cuentos”
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