miércoles, 17 de febrero de 2016

LA VIUDA Y EL ESQUELETO DE SU MARIDO...♥




ENRIQUE MARISCAL

Una viuda no encontraba consuelo por la pérdida de su marido. Lo único que le proporcionaba cierta paz era caminar por la aldea arrastrando el esqueleto del difunto.
Los parroquianos veían con terror y profundo silencio ese cuadro de desesperanza y locura.
Alguien, un día, le aconsejo a la mujer que visite a un medico compasivo para su mal. La torturada esposa se acerco al sabio profesional y abrió su corazón.
-“No tengo alivio para tanto dolor. Extraño a mi esposo. Solamente cuando camino arrastrando sus huesos siento que me acompaña”.
-“Te comprendo perfectamente. Soy viudo, a mi también lo único que me ayuda ante tanto sufrimiento es salir acompañado del esqueleto de mi mujer”.
Cuando la viuda se sintió comprendida y contenida en su angustia, un profundo estado de confianza invadió todo su ser. Por primera vez alguien la escucho sin temor.
-“Me gustaría que salgamos los cuatro, el domingo, a pasear ¿Tienen ustedes algún compromiso?” Invitó el médico desde su generosidad excelente.
-“Ninguno. Será un placer”., respondió alegre la paciente. Y combinaron el encuentro.
El curador se procuró un esqueleto en el cementerio. Y ese domingo los aldeanos observaron con renovado pavor el paseo de los cuatro. Era un cuadro conmovedor.
Caminaron amenamente hasta que decidieron comer algo y descansar. El médico eligió acampar cerca del río. Después de un almuerzo frugal optaron por hacer una siesta. La viuda se acostó al lado de los huesos de su marido; el médico hizo lo propio con los restos de su mujer. Los cuatro quedaron profundamente dormidos. De pronto el compasivo galeno despertó. Tiró al agua los esqueletos de ambos y comenzó a vociferar como si hubiese enloquecido.
-“Los vi, los vi. ¡Traición…! Fue tu marido. ¡Allá van…!”
La corriente los llevaba…La viuda comenzó a gritar indignada:
-”¡Traidor! ¿Cómo eres capaz de hacerme eso? A mí que te fui totalmente fiel.”
-“¡Déjalos ir mujer! ¡Que sigan su camino! Ellos sabrán…¡Nosotros nos quedamos aquí!”.
Y se cortó el mal.
Cuando se encuentra la generosidad excelente de la compasión; con la entrega total de confianza, surge el milagro curador de la medicina.
¡Qué capacidad creativa deberá tener quien nos ayude a librarnos de nuestros esqueletos queridos…!
¡Qué compasión!
Colaboración de María Inés Diorie
Fuente: http://www.elasistente.com.ar

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