A veces suceden cosas increíbles. En 1874, durante una batalla, un soldado recibió un disparo. La bala impactó directamente en uno de sus testículos, pero no se detuvo. El proyectil, tras herir al joven, prosiguió su camino acabando por detenerse en el abdomen de una joven que se encontraba a unos metros de distancia. Ninguno de los dos se conocía. Al cabo de nueve meses la joven, que no había tenido relación sexual alguna, dio a luz. Pero lo increíble no acaba aquí: en el interior del niño había albergada una bala.El médico que asistió a la joven se puso a investigar. Comprobó que el calibre del proyectil era el mismo que el empleado durante la batalla. Cando el soldado herido se enteró de la noticia que lo convertía en el padre de una curiosa inseminación, optó por viajar hasta donde se encontraba la joven. Se conocieron, se enamoraron y acabaron por contraer matrimonio. Fruto de la relación nacieron tres hijos más. Este caso está reportado en la asociación Americana de Medicina.
Fuente: “El poder mágico de las casualidades” de P. Palao Pons
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