Pequeños retos, propósitos diminutos, pasitos breves, avances lentos… pero al fin y al cabo, movimiento.
Lo peor que nos puede pasar es quedar atrapados en la indefinición.
“Lo sé…pero…”, “Nunca lo hubiese creído de mi…sin embargo…”, “Si pudiese salir de aquí…mas no sé…”
Éstas y otras muchas frases recorren la mente de quienes están estancados. En medio de la nada y con nada en las manos. En el borde de un abismo y sin paracaídas. En el filo de un una daga y sin protección.
El miedo es el gran amigo de la angustia y la depresión. Las creencias limitantes que parten del miedo nos revierten una imagen de nosotros mismos pobre e insegura. “No podré”, “nunca podría logarlo”,” me siento incapaz de salir”… y contra esto solamente hay que poner en marcha un plan de salvamento emocional.
No me gusta hablar de la zona de confort como un lugar de donde hay que salir. Y no me gusta porque si ahí estamos a gusto lo que vamos a pisar fuera es molesto seguro. Basándose en el procesamiento de esas molestias, la psicología más vanguardista opina que podremos crecer. Sin embargo, me niego a creer que tengamos que dejar el espacio en el que nos sentimos cómodos y tengamos que pisar el barro para salir del lodo.
Después de valorarlo mucho creo que prefiero “ampliar la zona de confort” en vez de salir de ella a un territorio que en principio es pantanoso y aciago.
¿Cómo podemos ampliarla? ¿De qué forma abrir campo en vez de salir de él?. Sin duda mediante pasitos pequeños, retos diminutos y brevísimos guiños diferentes.
Lo primero es saber lo que queremos. Tener claro un objetivo por descabellado que parezca, por insulso que se sienta. Una meta. Algo que nos impulse a dividirla en etapas y que nos lleve a marcar tiempos y a actuar de la forma que sea.
Cada día un mini reto. Algo diferente a todo lo que hiciste ayer. Un pequeño y diferente pasito que nos demuestre que podemos. Que solo hay que avanzar una pierna un poco y luego la otra. Ya está. El primer paso dado de una forma distinta de actuar.
Todo ello sazonado de paciencia. No valen los resultados inmediatos y draconianos. Esos duran poco y revolucionan mucho. No. Poco a poco. Suavemente te deslizarás por el inicio de un tiempo diferente donde camines con nuevos zapatos.
Tal vez aprieten en un principio. Hay que perseverar. Llegarán a ajustarse a nuestro pie. A nuestra alma.
VÍA MIRAR LO QUE NO SE VE
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