Cuando la orquesta dejó de tocar durante unos minutos, un joven invitó a su compañera de baile, una bella joven, para tomar un poco de aire en el jardín adyacente. Sentados en uno de los bancos, bien cerca el uno de la otra, y después de un demorado silencio durante el cual el joven ni se movió, éste suspiró y así se dirigió a su compañera: "Ah, cómo me gustaría ser un octópodo".
¿Por qué?, preguntó la joven con mucha curiosidad. "Porque entonces yo tendría ocho brazos para abrazarte", explicó el muchacho. De nuevo el silencio y, finalmente la joven declaró: "Entretanto, ¿por qué no utilizas los dos que tienes?"
Cada uno de nosotros puede hacer más de lo cree, y seguramente más de lo que hace. Pero infelizmente, la mayoría de nosotros se queda imaginando cuánto podría hacer, o cómo viviría mejor, sólo si tuviera más dinero u otra casa u otro empleo; si tuviese más tiempo, una nueva oportunidad, si tuviese ocho brazos...
Es difícil creer y aceptar que ésta sea una característica definitiva en el ser humano. Somos personas comunes que formamos parte de una gran sociedad y cada uno, sí, cada uno de nosotros tiene sus talentos que pueden ser muchísimo mejor aprovechados. Lo que nos diferencia uno de los otros no son nuestras habilidades innatas sino el uso que hacemos de esas habilidades.
Por lo tanto, pregunto: ¿Qué tal si utilizamos los dos brazos que ya tenemos para abrazar a nuestros seres queridos o para llevar a cabo nuestros proyectos? ¿Qué tal si realizamos nuestra vida ahora? ¿No sería mejor que esperar a ser octópodas?
REFLEXIONES DIARIAS
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