Las personas que te rodean son el espejo que refleja tu herida.
Quienquiera que se acerque a ti y te haga saber a dónde están tus heridas
te está haciendo un gran favor.
Esa persona está dirigiendo tu atención al lugar en el que tienes una herida
que quizá no supieses qué tenías.
Puedes decir:
«Gracias por ser un espejo y permitirme ver mis heridas».
Miguel Ruíz.
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