Es la amarga poción mediante la cual el médico que hay en vosotros sana vuestra alma enferma. Fiaos, entonces, del médico, y bebed su remedio en silencio y tranquilamente, porque a su mano, aunque sea pesada y ruda, la guía la mano dulce de lo invisible, y la copa que ofrece, aunque os queme los labios, ha sido modelada por la arcilla que el alfarerohumedeció con sus lágrimas sagradas.
Khalil Gibran
Extraído del libro: “El profeta”
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