sábado, 21 de diciembre de 2013

CURIOSIDADES sobre la historia y tradiciones de la Navidad



Pepe Rodríguez

Jesús nació otro día, otro año y en otro lugar

En los Evangelios no se aporta información alguna acerca de cuándo, dónde y cómo nació Jesús. Todos los datos que los cristianos dan por históricos son invenciones tardías e interesadas.

El año del natalicio del judío Jesús no fue el 1 de nuestra época, sino el 7 o 6 a.C.

Durante el siglo III se propuso datar el natalicio en fechas como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras.

El papa Fabián (236-250) calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento de Jesús.

Las Iglesias cristianas orientales siguen celebrando el natalicio de Jesús en el 6 u 8 de enero.

Entre los años 354 y 360, el papa Liberio (352-366) fijó como fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el nacimiento del Sol Invencible.

El lugar más probable del nacimiento de Jesús pudo ser Nazaret o, mejor Cafarnaún, pero nunca Belén.



Supuesto enclave, en la iglesia de Belén, del pesebre de Jesús

Iglesia de Belén

El relato actual de la Navidad procede del evangelio apócrifo Pseudo-Mateo (declarado falso por la propia Iglesia católica).

La escena del buey y el asno se inventó al mezclar un texto de Isaías manipulado con uno de Habacuc absolutamente mal traducido.

En la Antigüedad precristiana fue un hecho absolutamente común, aceptado y extendido, que todos los grandes personajes, ya fuesen reyes -desde Mesopotamia y Egipto a China y Japón-, fundadores de grandes filosofías y religiones -Buda, Krisna, Confucio, Lao-Tsé-, o pensadores -Pitágoras, Platón, etc.-, gozasen del privilegio de ser considerados hijos de una madre virgen y de Dios.

La leyenda de la estrella de Belén, según propuso Kepler ya en 1606, pudo basarse en el efecto de la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis, que se dio en el año 7 a.C.

La magia de unos Reyes de los que jamás se supo nada

De quienes hoy conocemos como «Reyes Magos» sólo habló el texto de Mateo, pero es tan poco lo que se dice de ellos que las tradiciones posteriores tuvieron que inventarlo absolutamente todo.

Hasta el siglo IV los Magos fueron dos, cuatro, seis, doce o sesenta, según fuera la tradición.

Hacia el primer cuarto del siglo III Orígenes afirmó taxativamente que los magos habían sido sólo tres, una postura que acabó prevaleciendo desde el siglo siguiente.

Entrado ya el siglo III, Tertuliano, para evitar la mala fama que tenían los magos persas, transformó a los Magos en «reyes de Oriente».

En un mosaico bizantino de mediados del siglo VI, en San Apollinare Nuovo (Rávena, Italia), aparecen por primera vez sus nombres actuales, pero los tres magos aún iban ataviados a la usanza persa.

Mosaico de Rávena, siglo IV, con los tres reyes magos

En el siglo XV, Petrus de Natalibus fijó que Melchor tenía sesenta años, Gaspar cuarenta y Baltasar veinte. Una descripción física que discrepaba mucho de todas las anteriores.

Baltasar fue blanco hasta el siglo XVI, época a partir de la cual se le representó como de raza negra por necesidades estratégicas de la Iglesia.

La adoración de Weyden (1455); Baltasar es blanco.

La adoración de Bosch (1510); Baltasar ya es negro.

En Occidente no comenzó a celebrarse la adoración de los magos hasta el siglo V.

Los Reyes Magos no empezaron a traer juguetes a los niños hasta mediados del siglo XIX.

La actualmente imprescindible «carta a los Reyes» comenzó a popularizarse durante el primer cuarto del siglo XIX.

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