Nostalgia. Cuando el momento trata de huir del recuerdo para hacerse realidad de nuevo, y no lo consigue.
Recuerdo. Cuando, sin tu autorización, tu pensamiento te muestra un capítulo ya pasado.
Angustia. Un nudo muy bien apretado en el medio de la tranquilidad.
Preocupación. Un pegamento que no deja salir de tu pensamiento lo que todavía no sucedió.
Indecisión. Cuando sabes muy bien lo que quieres, pero te parece que deberías optar por otra cosa.
Seguridad. Cuando la idea se cansa de buscar, y para.
Intuición. Cuando tu corazón da un salto en el futuro y vuelve inmediatamente.
Presentimiento. Cuando pasa por tu mente el “trailer” de una película que puede ser que ni suceda.
Verguenza. Un paño negro que quisieras tener para cubrirte en aquel momento.
Ansiedad. Cuando los minutos parecen interminables para conseguir lo que se quiere.
Interés. Signo de exclamación o interrogación en el final del sentimiento.
Sentimiento. Idioma que el corazón usa cuando necesita mandar algún mensaje.
Rabia. Cuando el león que vive en ti muestra los dientes.
Tristeza. Una mano gigante que aprieta el corazón.
Felicidad. Un momento que no tiene prisa ninguna.
Amistad. Compartir la vida con quienes quieres bien, por más diferentes que ellos sean.
Culpa. Cuando estás convencido de que podías haber hecho algo diferente, pero ni siquiera lo intentaste.
Lucidez. Un acceso de locura al contrario.
Razón. Cuando el cuidado aprovecha que la emoción está durmiendo, y toma el control.
Voluntad. Un deseo que nos incentiva a hacer nuevos descubrimientos.
Pasión. Cuando a pesar del evidente peligro, el deseo llega y se hace cargo.
AMOR. Cuando el resto de tu vida no te es suficiente para compartirla con esa persona especial.
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