El problema más común de este órgano es la formación de piedras (cálculos) que obstruyan el canal entre la vesícula y el duodeno.
¡”Tragar bilis”!, se dice a veces, refiriéndose a la relación entre una producción excesiva de bilis y el enfado
El perfil, estable o temporal, de la persona que enferma de vesícula:
*Excesiva preocupación por asuntos cotidianos.
*Miedo a carecer, en el terreno material.
*Hipersensibilidad a las ofensas.
*Arraigo a los hábitos.
*Dificultad para elaborar pérdidas o duelos.
*Miedo a las responsabilidades, exámenes y compromisos.
*Puntualidad obsesiva.
*Humor variable.
*Tendencia a los celos.
Los problemas en la vesícula manifiestan que la persona tiene dificultad para manejar sus sentimientos y para explicarlos. Parece ser que teme que le quiten algo, no se sienten reconocidas ni apreciadas por su labor y desconocen cuál es su sitio en la vida. Puede que este problema sea característico de personas tristes, insatisfechas con ellas mismas, que ven el lado negativo de las cosas y son propensas a ataques súbitos de cólera.
Los cálculos biliares también suelen aparecer cuando se piensa de una manera y se actúa de otra. La agresividad se va acumulando y “endureciendo” en el interior.
-Un ejercicio para evitar esta complicación consiste en dejar de calcular tanto y actuar según los propios deseos.
Una fórmula magistral para sanar la vesícula consistiría en:
1.-Una porción de confianza en sí mismo, en el otro,
en el mundo y en el futuro
2.-Mezclada con la práctica del desapego a lo material,
lo terrenal, lo emocional y a los hábitos arraigados.
3.- Y por supuesto, grandes dosis de alegría y buen humor cada día.
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