Los residuos de dolor que deja toda emoción negativa fuerte que no se afronta plenamente, para luego aceptarla y expulsarla, se van juntando y forman un campo de energía que vive en la células de tu cuerpo.
No solo están ahí los dolores de la infancia, sino también otras emociones dolorosas que se añadieron en la adolescencia y durante la vida adulta, muchas de ellas creadas por la voz del ego. Este campo de energía de emociones viejas pero aún muy vivas, presente en casi todo ser humano, es el cuerpo-dolor. Es ese dolor emocional que te acompaña ineludiblemente cuando la base de tu vida es un falso sentido del yo.
Todo recién nacido que llega a este mundo carga ya con un cuerpo-dolor emocional. En algunos es más pesado, más denso que en otros. Algunos niños pequeños son bastante felices la mayor parte del tiempo. Otros parecen llevar en su interior una enorme carga de infelicidad.
Un niño que solo tenga un cuerpo-dolor muy ligero no necesariamente será un adulto "más avanzado" espiritualmente que el que tenga un cuerpo-dolor denso. De hecho, suele ocurrir al contrario. Las personas con cuerpos-dolor pesados suelen tener más posibilidades de despertar espiritualmente que las que lo tienen relativamente ligero.
Aunque algunas quedan atrapadas en sus pesados cuerpos-dolor, muchas otras llegan a un punto en el que ya no pueden seguir aguantando su infelicidad, y de este modo se fortalece su motivación para despertar.
Eckhart Tolle.
Libros: "El Poder del Ahora", "Una Nueva Tierra".
VÍA HABLANDO DE CONCIENCIA
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