Había un monasterio en las montañas en China. Los venados salvajes llegarían a los hermosos jardines del monasterio. Los monjes amaban los ciervos y disfrutaban de alimentarlos. Cuando el abad se enteró de ello, salió gritando y agitando los brazos y atacando al ciervo con su bastón. El ciervo se alarmó y huyó. El abad puso un aviso diciendo que no debía haber más alimento para los venados y que cualquier ciervo visto en la propiedad debía ser expulsado. Los monjes protestaron, diciendo: "Vinimos aquí para aprender bondad y compasión. ¿Qué clase de ejemplo es usted, hostigando a estos animales suaves? Esto no puede ser correcto. El abad se dirigió a la comunidad:"Miren, hay cazadores en estas montañas. La única defensa que tienen estos animales es su miedo. Si les quitamos eso, todos estarán muertos muy pronto. "
El miedo es un hecho, y aunque es muy desagradable de sentir, es necesario. Es una propuesta un tanto incómoda y desagradable que tiene la vida, pero es un regalo que puede ayudarnos. Ahora bien, mientras que los animales pueden responder eficientemente frente al miedo por la vía de mecanismos instintivos, los seres humanos necesitamos responder a ellos cultivando la sabiduría.
Podemos tomar el camino del miedo al miedo, que es el que consiste en no enfrentarlo. Podemos vivir tomando medicación para tratar de aliviarnos y desde el mismo miedo no querer hablar de él y evadirnos bajo mantos de adicciones o de otros miles de artilugios.
El otro camino es el de la contemplación de nuestros miedos internos, bajo la tutela de la paciencia, del coraje y del encuentro del sentido que invariablemente tienen nuestras emociones difíciles. Al ir por allí veremos nuestra situación más claramente y podremos responder al peligro desde la conciencia hasta llegar a observar que, con el tiempo, iremos de a poco ganándole la partida.
Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org
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