Las personas que tenemos al lado no son casuales. Están para provocar una reacción en nosotros; para motivar un estado de serenidad o de alteración, para reactivar nuestro juez o llamar a nuestra víctima interior.
De cualquier manera, es la acción la que nos pone en la experiencia y en la energía que se desprende de ella. Es la atención la que enfoca el camino y los demás quienes actúan de reactivo con nosotros.
Llegamos con deberes pendientes. Con problemas sin resolver. Con cuentas a plazos.
Llegamos sin recordar, pero con un mapa en la cabeza donde el territorio ha sido marcado pero no construido.
Nuestra tarea es saber bordear obstáculos o aprender de ellos al tropezar. Nuestra misión es recordar y reconectar con quienes somos. Y eso se hace, sobre todo, en el silencio que sigue a la acción.
VÍA MIRAR LO QUE NO SE VE
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