Piense en una persona a la cual está profundamente
apegado, tan apegado que no la quiere dejar.
Hable con esa persona en el pensamiento, imagínela
sentada frente a usted, hable con ella.
Hable amablemente.
Diga a esa persona lo que significa para usted y
después agregue la fórmula siguiente, que al principio
puede resultarle dolorosa.
Pero, como dije al comienzo, no se fuerce a sí mismo.
Si es doloroso, déjelo para después, cuando sea capaz.
Dígale a la persona:
"¡Qué valioso eres para mí, cómo te quiero,
pero tú no eres mi vida! Yo tengo la vida para vivir,
un destino para cumplir, distinto del tuyo".
Son palabras duras,
pero la vida no siempre es fácil...
A de M
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