En un remoto campo de entrenamiento, un escuadrón de reclutas acababa de volver a su alojamiento tras un día de marcha bajo el ardiente sol.
-¡Qué vida ésta! -dijo un soldado novato-. A kilómetros de cualquier parte, un sargento que se cree Atila, sin mujeres, sin alcohol, sin permisos... y para colmo, mis botas son dos números más pequeñas.
-No tienes por qué aguantar eso, tío -dijo un compañero-. ¿Por qué no te pones otras botas?
-¿Para qué? -replicó el otro-. ¡Quitármelas es el único placer que tengo!
¿Qué más tienes que poner en juego?
Sólo tu infelicidad. El único placer que tienes es hablar de ella. Fíjate en la gente cuando habla de su infelicidad, lo contentos que se ponen. Pagan por eso; van a los psicoanalistas para hablar sobre su infelicidad y pagan por ello. Alguien los escucha con atención, y ellos encantados.
Osho- "Alegrìa"
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