“Las emociones no son buenas ni malas, son el mosaico de nuestra existencia; lo peligroso es cuando nos hacemos adictos a ellas y, por eso, atraemos situaciones que llenen esa ansiedad bioquímica en las células de nuestro cerebro. Se ha descubierto que las células usan los mismos mecanismos receptores para una droga que para una emoción, es decir, para tu cerebro, ser adicto a la heroína es lo mismo que ser adicto a una emoción.
Cuando manifiestas una emoción en repetidas ocasiones, ésta se graba en el núcleo de tus células, es decir, en el ADN ; al producirse proteínas, éstas son de muy mala calidad, pues tienen el código de esa emoción; por este motivo vamos envejeciendo, nos duelen las articulaciones, nos salen arrugas, etcétera.
Si cambiamos estos patrones, literalmente reconectamos nuestro cerebro a nuevos conceptos y, finalmente, cambiamos de adentro hacia fuera”.
Dr. Joe Dispenza
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