domingo, 23 de junio de 2013

HAS RECIBIDO ALGÚN LADRILLAZO ÚLTIMAMENTE..?






Alberto conducía su nuevo automóvil, un gran Mercedes, a mucha velocidad, porque ese día iba a llegar tarde al trabajo. Estaba disfrutando el andar majestuoso de su flamante Mercedes Benz, rojo brillante, una de sus más apreciadas posesiones, cuando, de repente, un ladrillo se estrelló en la puerta de atrás.

Alberto frenó el coche con un chirrido de cubiertas nuevas y dio marcha atrás hasta el lugar de donde había salido el ladrillo. Se bajó del coche y vio a un niño en la acera. Fue hacia él, le agarró, le sacudió y le gritó muy enfadado:

—¿Qué demonios estás haciendo? ¡Te va a costar caro lo que le hiciste a mi coche! ¿Por qué tiraste el ladrillo?

El niño, llorando, le contestó:

—Lo siento, señor, pero no sabía qué hacer: mi hermano se cayó de su silla de ruedas y está lastimado... no lo puedo levantar yo solo. ¡Nadie quería detenerse a ayudarme!

Alberto sintió un nudo en la garganta. Fue a levantar al joven y ponerlo en su silla de ruedas, mirando con detenimiento sus heridas. Eran unas raspaduras sin mucha importancia, y vio que no estaba en peligro.

Mientras el pequeño de 7 años empujaba a su hermano en la silla rodante hacia su casa, Alberto se dirigió lentamente a su Mercedes, pensando con seriedad en lo que le había sucedido.

Pasaron días y semanas, pero no quiso llevar el coche a repararlo, sino que dejó la puerta como estaba, para recordar siempre que no debía ir por la vida tan de prisa que alguien tuviera que tirarle un ladrillo para llamar su atención.



¿Qué tal contigo? ¿Has recibido algún ladrillo últimamente de alguien que está tal vez muy cercano a ti y que necesita tu ayuda?

CUENTOS CON VALORES

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