Chu y Wu volvían a su casa después de una semana de meditación en el monasterio. Iban hablando sobre cómo las tentaciones surgen delante del hombre.
Llegaron al margen de un río. Allí una bella mujer esperaba para atravesar la corriente. Chu la tomó en sus brazos, la cargó hasta la otra orilla y continuó su viaje con el amigo.
En un determinado momento, Wu dijo:
“Estábamos hablando sobre la tentación y tú llevaste a aquella mujer en brazos. Fue una oportunidad para que el pecado se instalara en tu alma”.
Chu respondió:
“Mi querido Wu, yo actué con naturalidad. Cargué a aquella mujer a través del río y la dejé en la orilla; pero tú continúas cargándola en el pensamiento, y por eso estás más próximo al pecado”
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