-¿Adónde vas? –le preguntó.
-A rezar para que Dios acabe con la corrupción, ya que él siempre escucha las plegarias de los niños –respondió el profesor.
-Una buena educación ya habría acabado con eso. Enseña a los niños a ser más responsables que sus padres y tíos.
El profesor se ofendió:
-¡He aquí un ejemplo de falta de fe! ¡Los rezos de los niños pueden cambiarlo todo!
-Dios escucha a todo el que reza. Si solo escuchase las plegarias de los niños, entonces no habría ni una sola escuela en el país; no hay nada que odien tanto como a un profesor.
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