La policía investiga a fondo y no descubre nada. Los sonidos y luces se repiten; y el caso, pasa de la policía municipal a la autónoma. Realizan todo tipo de comprobaciones, tuberías, instalación eléctrica, gas, etc., deducen que no hay nadie en la casa, ni tampoco ningún animal. Ellos mismos viven los fenómenos y no tienen una explicación lógica que lo explique. Uno de ellos, cree que la casa está encantada.
En esta casa vivía José. Se había quedado viudo siendo joven y no tenía hijos. Era una persona jovial, atenta y amable hasta que murió su mujer. Desde ese día, se encerró en casa, no salía, el dolor era tan grande que decidió que la vida no merecía ser vivida. Sus amigos acudían a verle, llevándole comida, intentando que saliera de casa y que poco a poco volviera a una vida rutinaria. Fue imposible. José siguió aislándose aún más.
Cerca de la casa, están las vías del tren. Un día apareció su cuerpo sobre las vías. Nunca se supo si había sido un accidente o un suicidio. Al poco de morir, aparecieron los primeros sonidos extraños. Nadie los relacionó con José, sino con que entraban animales o personas a la casa.
Cuando escuché la historia, me conmovió mucho y sentí que José estaba ligado a la casa. Quería ayudarle y no sabía cómo. Empecé a rezar por él, decidí enviarle luz y amor. No me apetecía acercarme a la casa por respeto, y cierto miedo. La historia fue conociéndose entre más personas y algunas de ellas comenzaron a ir allí a investigar, para ver si veían o sentían algo.
Un día, unos amigos me convencieron y fuimos a la casa. Nos quedamos en el coche. Estaba inquieta, tenía la sensación de estar molestando. Al poco de llegar, escuché una respiración profunda e intensa junto a mi. Sentí la ira, la rabia y el enfado de José. Era una sensación muy fuerte. Les pedí que nos marcháramos. Ellos no habían escuchado nada y se quejaban por haber tenido que irnos sin descubrir nada interesante. Si antes sentía que José quería estar sólo, ahora sabía que era cierto. Decidí no volver e intentar que le dejaran sólo. Fue imposible, la historia daba miedo y morbo.
Seguí enviando luz y amor a José, no era la única en hacerlo, éramos un grupo grande. Al cabo de un par de meses, la gente dejó de ir a la casa, se aburrían, no pasaba nada. Sentí que José ya no estaba allí, se había marchado y estaba en paz.
Pasado un tiempo, José se puso en contacto con un par de personas del grupo, quería dar las gracias por el envió de luz, ya que le había ayudado a darse cuenta de que debía pasar al otro plano sintiéndose feliz y libre.
Contó su historia. Había estado muy apegado a la casa, era lo único que tenía; allí había sido inmensamente feliz y desdichado. Se sentía culpable por la muerte de su mujer, por no haber podido evitarla y estaba lleno de dolor y angustia.
Al morir vio la luz, sintió amor y escuchó cómo su mujer le pedía que se reunieran de nuevo, yéndose con ella. Su sentimiento de culpa le impidió ir a la luz. No se sentía preparado para dar el paso, decidió que tenía que cumplir penitencia y ésta era quedarse. Decidió seguir viviendo el dolor, pensaba que era lo que merecía. Y se quedó en la casa, siendo él el origen de los fenómenos.
Han pasado muchos años de todo aquello, más de veinte. De vez en cuando, me suelo acordar de José y sonrió al hacerlo. Se que está bien, en la luz y disfrutando del amor en el otro plano. El conocerle y poder ayudarle fue muy importante para mi a todos los niveles, fue una experiencia muy especial.
VÍA COMUNICACIÓN ENTRE DOS MUNDOS
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