Decía Henri-Frédéric Amiel que “hacer con facilidad lo que es difícil para los demás: esto es el ingenio. Hacer lo que es imposible para las personas de ingenio: esto es el genio”. Todos somos genios en algo, tenemos un don especial para una cuestión determinada… Y es una indecencia, por nuestra parte, que no desarrollemos esa capacidad.
Jaime Balmes tenía claro que la elección de nuestra carrera, de nuestro ejercicio profesional, de nuestro horizonte vital, debía seguir la dirección en que señalaba la brújula de nuestras habilidades especiales. Ellas apuntan a nuestra vocación, a aquello a lo que estamos llamados para ocupar el lugar en la historia que nos corresponde y que nos hará felices.
Sólo si prestamos atención a nuestra genialidad estaremos aportando a nuestra sociedad todo aquello de lo que somos capaces, ayudándola a avanzar con paso firme y seguro. Por eso resulta tan perniciosa la idea contemporánea de que hay que animar a los hijos a estudiar aquella carrera que más les conviene “para ganarse la vida”. Cuando uno es excepcionalmente bueno en lo que hace, tiene asegurado su futuro… Se dedique a lo que se dedique… ¿Tan difícil es entenderlo? ¿Cuántos Dante Alighieri habremos perdido por el camino porque un padre se empeñó en que su hijo fuera comerciante? ¿Cuántas vacunas siguen pendientes de ser descubiertas porque uno pensó que ganaría más dinero como dentista que como investigador? ¿Cuántas personas van cada día a trabajar como quien va al paredón de fusilamiento porque ni les gusta ni se sientes satisfechos con lo que hacen? ¿Cómo pueden aportar lo mejor de sí mismos a un empleo que odian con todo su corazón? Simplemente, no pueden… Y todos nos lo estamos perdiendo.
Tú eres también un genio… Aunque aun no hayas descubierto en qué. Puedes y debes descubrirlo si quieres sentirte satisfecho contigo mismo y si deseas poner tu grano de arena en la historia… Y no te desanimes por lo que te digan. Un genio indiscutible como Einstein nos dejó una frase que me parece acertada como pocas, cargada de sentido común: “Todo el mundo es un genio. Pero si juzgamos a un pez por su habilidad para escalar un árbol, vivirá su vida entera pensando que es un estúpido”.
No eres estúpido. Descubre tu genialidad y desarróllala. Te lo debes, nos lo debes. Sé feliz, ilumínanos.
VÍA MEDITACIONES DEL DÍA
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