San Francisco de Asís vino a decir: “…necesito poco…y de ese poco…muy poco.”
En la actualidad esta frase parece una utopía. ¡! Todos necesitamos tanto!! Y lo precisamos desesperadamente a cada instante e incluso, renovamos las necesidades porque nos aburren las mismas. Estamos navegando en un mar de expectativas donde siempre esperamos que se nos resuelvan. De un modo u otro, cada vez precisamos más para sentirnos, también, más ansiosos por lo nuevo que se puede desear.
En realidad uno puede vivir con muy poco e incluso prescindir de todo lo que sentimos como imprescindible para continuar nuestra vida y que no lo es. Nos hemos llenado de materia. Hemos construido, viajado, gozado y sentido como nunca. Estamos en la era del hedonismo sin límites. No hay valores que no tengan precio pero lo peor es que no hay precio para el vacío que genera tener solamente cosas.
Con lo único que de verdad no se puede vivir es sin amor. La falta de amor nos lleva a padecer enfermedades e incluso a la larga, a la locura.
Nadie puede pasar por la vida sin afectos que le acompañen porque, sean éstos del tipo que sean, son los que ayudan a sobrevivir.
Por eso, esta es la época también de las grandes búsquedas afectivas. Nuestras redes sociales cumplen la misión permanente de cubrir, de algún modo, las ausencias y los vacios de cariño. Son lugares donde siempre hay o gente que te escucha o gente que te contesta. Esa misión es tan importante que en realidad las ha convertido en un mundo interactivo donde nadie parece estar solo.
Huimos de la soledad impuesta, de la que se siente aún con gente y de la que se sufre como castigo. No cabe duda que la mejor puerta para encontrar a alguien es acudir al mundo virtual donde, de algún modo, hay alguien siempre, acaba de pasar por allí o va a entrar.
Las necesidades más urgentes son las del alma, a esas son a las que hay que atender…las otras, con muy poco de lo poco, se nutren solas.
VÍA MIRAR LO QUE NO SE VE
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