Tienes los oídos llenos de palabras y las manos vacías de realidad. Tienes la boca deseosa de ser adorada como el templo de tus besos y sin embargo escupes soledad. Vas por los días llevando alegría, una sonrisa tras otra. Una buena carcajada de vez en cuando, todos a tu alrededor son felicidad. En las noches tu historia es otra, tu verdad es oscura como la pared en la que cuelgas el traje que no te sirve mas. Cada mañana, ese dulce despertar, la compartes con uno que otro pájaro cantor. Nada nuevo, no para ti dueña del mundo, no para ti, dueña de la ilusión. Es triste, si lo piensas, saberte rodeada del mundo y sin embargo no tienes nada más que una cara larga, unos ojos hinchados de tanto llorar y la voz quebrada, débil a la que no le quedan gritos. Pero no todo está perdido, no. La voluntad puede con cualquier peso, la voluntad puede iluminar una noche sin luna, la voluntad me trajo a ti. No hago promesas, no tengo tiempo para engaños. No vine a quitarte la vida sino a compartirla contigo. No llegue para alimentar un fuego, no, vine a morir en un incendio. No tengo mayor motivo que encontrarte a mi lado cada mañana, de organizar la cama tras levantarnos sin prisa. Vas por los días llevando alegría, y sin darte cuenta cargas con la mía. Cada vez que te veo, cada vez que te escucho, en cada latido de un corazón arrendado. Acciones en vez de palabras. Susurros en vez de gritos, vida en vez de agonía. ¿Qué le puedes pedir a la vida que no te dio ya? Pídele que te deje tomar todo, quedarte con todo y disfrutar, como es debido, un beso, una caricia… A veces pasa, no siempre pero pasa que lo que necesitas no es ajeno a tus días, es tu realidad. Abre los ojos.
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